Todos amamos, odiamos y estudiamos eso. Y es inútil negarlo, al final nos cautiva. Oscar Wilde siempre logra llegar directo al punto, y con su retórica inigualable, nos convence.
Esta vez, tiene aún más éxito en un texto menos conocido de los grandes clásicos. Y lo logra a través de la forma del diálogo: un diálogo entre dos amantes que aborda los temas aún relevantes de la figura del artista, el crítico, la obra de arte, pero sobre todo, la relación entre los tres.
Una mezcla de afirmaciones y negaciones que nos quita el aliento. Un ensayo que se escapa en una noche de lectura y nos mantiene con un lápiz en la mano, siempre atentos a adoptar la posición de uno u otro protagonista.
Oscar Wilde: «El crítico como artista.» El crítico
Lo que surge es un análisis cuidadoso de la figura del crítico, que según Wilde, no solo descubre las intenciones reales del artista y las acepta como definitivas, sino que debe entender y conocer su alma, comprender sus propias impresiones y lograr expresarlas en una nueva forma.
Vinculado a la figura de un intérprete, el crítico puede pasar de su impresión sintética de la obra de arte como un todo a un análisis profundo y estudiado y a una verdadera interpretación y traducción.
¿Coincidente? Quizás en algún momento, tal vez para algunos de nosotros, quizás no en todas sus partes. Ciertamente cautivador, en ocasiones conmovedor y bastante incómodo.